domingo, 13 de febrero de 2011

Discurso de los Goya, 2011. Por Alex de la Iglesia

De la Iglesia en un rodaje. Foto de Lorenzo Herrera. Licencia CC
El día de hoy ha llegado porque hace 25 años, doce profesionales de nuestro cine, en medio de una crisis tan grave como la nuestra, caminaron JUNTOS a pesar de sus diferencias. Quiero empezar este discurso felicitando a los fundadores de la Academia.

No sólo ellos, sino todos los que me han precedido en esta institución, vicepresidentes, miembros de las juntas directivas y el conjunto de los académicos, nos han traído esta noche aquí, al Teatro Real, para celebrar el 25º aniversario de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y la existencia misma de los premios Goya. A todos, muchísimas gracias. PUEDE PARECER que llegamos a este día separados, con puntos de vista diferentes en temas fundamentales. Es el resultado de la lucha de cada uno por sus convicciones. Y NADA MÁS. Porque en realidad, todos estamos en lo mismo, que es la defensa del cine. Quiero por ello felicitar y agradecer a todos los que estáis aquí, por caminar juntos en la diferencia, y hasta en la divergencia.

Hacemos mucho ruido, pero es que esta vez, hay muchas nueces. El choque de posturas es siempre aparatoso y tras él surge una nube de humo que impide ver con claridad. Pero la discusión no es en vano, no es frívola y no es precipitada. No podemos olvidar lo más importante, el meollo del asunto. Somos parte de un Todo y no somos NADIE sin ese Todo. Una película no es película hasta que alguien se sienta delante y la ve. La esencia del cine se define por dos conceptos: una pantalla, y una gente que la disfruta. Sin público esto no tiene sentido.

No podemos olvidar eso JAMÁS. Dicen que he provocado una crisis. Crisis, en griego, significa “cambio”. Y el cambio es ACCION. Estamos en un punto de no retorno y es el momento de actuar. No hay marcha atrás. De las decisiones que se tomen ahora dependerá todo. Nada de lo que valía antes, vale ya. Las reglas del juego han cambiado. Hace 25 años, quienes se dedicaban a nuestro oficio jamás hubieran imaginado que algo llamado INTERNET revolucionaría el mercado del cine de esta forma y que el que se vieran o no nuestras películas no iba a ser sólo cuestión de llevar al público a las salas. I ntenet no es el futuro, como algunos creen. Internet es el presente. Internet es la manera de comunicarse, de compartir información, entretenimiento y cultura que utilizan cientos de millones de personas. Internet es parte de nuestras vidas y la nueva ventana que nos abre la mente al mundo. A los internautas no les gusta que les llamen así. Ellos son CIUDADANOS, son sencillamente gente, son nuestro PUBLICO. Ese público que hemos perdido, no va al cine porque está delante de una pantalla de ordenador.

Quiero decir claramente que NO TENEMOS MIEDO a internet, porque internet es, precisamente, la SALVACION de nuestro cine. Sólo ganaremos al futuro SI SOMOS NOSOTROS LOS QUE CAMBIAMOS, los que innovamos, adelantándonos con propuestas imaginativas, creativas, aportando un NUEVO MODELO DE MERCADO que tenga en cuenta a TODOS los implicados: Autores, productores, distribuidores, exhibidores, páginas web, servidores, y usuarios. Se necesita una crisis, un cambio, para poder avanzar hacia un nueva manera de entender el negocio del cine. Tenemos que pensar en nuestros derechos, por supuesto, pero no olvidar NUNCA nuestras OBLIGACIONES. Tenemos una RESPONSABILIDAD MORAL para con el público.

Foto de Federica acosta. Licencia CC.
No se nos puede olvidar algo esencial: hacemos cine porque los ciudadanos NOS PERMITEN hacerlo, y les debemos respeto, y agradecimiento. Las películas de las que hablamos esta noche son la prueba de que en este país nos dejamos la piel trabajando. Sin embargo, el mismo esfuerzo o mayor hicieron tantas otras películas que NO HAN LLEGADO a los sobres de las candidaturas. Ellos tambien se merecen estar aqui, porque han trabajado igual de duro que nosotros.

Quiero despedirme en mi última gala como presidente, recordando a todos los candidatos a los Goya TAN SÓLO una cosa: qué más da ganar o perder si podemos hacer cine, TRABAJAR en lo que más nos gusta. No hay nada mejor que sentirse LIBRE creando, y compartir esa alegría con los demás. Somos cineastas, contamos historias, creamos mundos para que el espectador viva en ellos. Somos más de 30.000 personas que tienen la inmensa suerte de vivir fabricando sueños. Tenemos que estar a la altura del PRIVILEGIO que la sociedad nos ofrece. Yo creo, con toda humildad, que si queremos que nos respeten, hay que respetar primero.

Y Por último, me gustaría contarle algo al próximo Presidente de la academia, que ya me cae bien, sea quien sea: estos han sido los dos años más felices de mi vida. He conocido gente maravillosa de todos los sectores de la industria. He visto los problemas desde puntos de vista NUEVOS para mí, lo que me ha enriquecido y me ha hecho mejor de lo que era. He comprobado que trabajar para los demás es una experiencia extraordinaria por muy duro que resulte en un principio, y sobre todo: han pasado 25 años MUY BUENOS, pero nos quedan muchos más, y seguro que serán MEJORES. Buenas noches. A continuación unas imágenes de recuerdo a nuestro presidente de honor, Don Luis García Berlanda

jueves, 10 de febrero de 2011

Primer episodio de "El Irlandes", un castellano y leonés que prometía más

Hace unos meses nació una buena idea, allá por septiembre de 2010 se presentaba en sociedad la primera serie web rodada íntegramente en Castilla y León por profesionales de la región. Se trata de “El Irlandés”.

El grafismo de la web.
Este proyecto encabezado por Jorge Vallejo e Irradia Creatividad consiste en la historia de las andanzas de los parroquianos de un bar, El Irlandés, que se convierte en otro personaje más de la presentación. Tras varios meses de trabajo el director esperaba que el público se viera identificado con muchas de las situaciones que forman parte de esa cultura de bar tan nuestra, y que han dado como resultado una comedia de situación, con guiños a la región.

Sin embargo a veces ocurre que te rodeas de personas que solo te dicen lo que quieres oír, en lugar de ayudarte con esos necesarios comentarios críticos que hacen mejorar tu trabajo. Puede ser el caso en esta serie que ofrece un tono interpretativo exagerado con actores que realizan trabajos muy forzados y poco creíbles, en la que el ritmo es exasperantemente lento, los planos son innecesariamente largos, y el doblaje de algunos momentos resulta artificial. Matices de gran importancia, ya que convierten el producto en inadecuado para el soporte para el que va dirigido.

La calidad técnica de la imagen es buena, salvo algunos desenfoques en ciertos primeros planos, pero el montaje no ayuda a lograr el tono y el tempo necesario para enganchar al espectador. Además usa ciertos tópicos muy manidos en la historia que llegan a la cúspide de la cutrez con la falsa y forzada risita del mayor parroquiano de todos, José Luis, que incluso se usa como inserto de audio cada vez que el personaje que encarna Manuel González ríe.

Puede que mucho de esto se deba a que el rodaje se solventó en un solo día, en una jornada de trabajo que comenzó a las siete de la mañana y concluyó a las ocho de la noche, o puede que trabajar con amigos, con gente que te simpatiza esté bien para pasar un buen rato, pero no sea suficiente cuando lo que se busca es un producto vendible a las cadenas de televisión, a las marcas, y a los exigentes espectadores.

El trabajo que realiza la pareja de novios Ana y Alberto, interpretados por Paula Mendoza y Pedro del Valle, resulta lo más interesante y creíble del episodio piloto, quizás sea por que para esa escena eligieron un tono y un ritmo mucho más adecuado al audiovisual y mucho menos teatral. Como personaje, sin duda, el mejor es el que encarna Beatriz Cotobal, que compone física y vocalmente una Sara muy cercana y verosímil, y que hace crecer las escenas en las que participa.

La cabecera es buena, simpática y divertida, está dotada del ritmo que después no ofrece el episodio y promete algo que finalmente no cumple. Los personajes aparecen en versión caricatura sobre fondos planos y dinámicos de color para acabar todos reunidos en la taberna protagonista, todo ello con una música irlandesa que ayuda a crear el clima para comenzar.

Esperamos el segundo capítulo de “El Irlandés” para comprobar si el equipo consigue corregir las debilidades del proyecto y potenciar sus fortalezas, además de aprovechar las oportunidades sin perder de vista las amenazas. La serie se puede ver en www.elirlandes.es