lunes, 29 de noviembre de 2010

No sé distinguir lo complicado de lo simple

En ocasiones veo muertos, voy por la calle y no veo más que zombis dirigidos como borregos hacia aquellos lugares a los que los “pastores” les obligan a ir.
Ocurre lo mismo cada vez que enciendo la televisión y me encuentro el espectáculo conocido como “Belén Esteban dixit”, del que forma parte ese marasmo de absurdos palmeros que jalean mientras arrojan maíz al suelo del corral.

Al cine podemos ir a ver la misma película de siempre, ahora con más ruido, con más explosiones, con más metraje, con planos cada vez más cortos de duración, con nada de historia. No cuentan nada.

Deporte significa fútbol, que a su vez significa Real Madrid y un poco Fútbol club Barcelona.
Lo peor es que todo el mundo se lo cree y lo acepta.

Salir es sinónimo de pum-pum-pum, ¡eeeeeeh!, (humohumohumohumo) beeee-beeee.beeee.
Borregos en la cola del cine, o del fútbol o de...

Se compite por ver quién gana más (o incluso en algunos entornos por demostrar quien tiene menos), se compite conduciendo, teniendo hijos, en la cola de la compra, en la sala de espera del médico, en el cole, en los semáforos... Se compite demasiado.

Lo peor es que ya no se trata de modas o tendencias, lo hace todo el mundo; todos salen a la vez a comprar las mismas cosas, en los mismos sitios, los mismos días y a las mismas horas.
Las vacaciones siempre junto a millones más, el ocio con todos apelotonados, las experiencias culturales siempre dirigidas, masificadas, y tras pasar por caja.

Y tampoco me conformo con ser un anti modas, o un anti sistema, o anti nada, eso es otra tendencia borreguil en su propia esencia.

Todo me resulta complicado, demasiado complicado. Pensar diferente, o intentarlo es agotador.
Quizás es eso, todo es más simple de lo que parece, hay que dejarse llevar para no pensar tanto y ser feliz según el “estándar siglo XXI”.

No sé distinguir lo complicado de lo simple.

martes, 23 de noviembre de 2010

Entorno maldito, entorno bendito

Hace tiempo que me castigo con una reflexión que no hace más que frustrarme en vano

Quiero cambiar mi entorno, quisiera cambiar mi entorno, me gustaría haber podido cambiar mi entorno hace tiempo.Y no resulta nada fácil, porque lo que querría cambiar es el entorno en el que nací, crecí, me eduqué y me relacioné.
Si lo piensas bien el entorno lo es todo; el príncipe nace príncipe y el minero nace minero por el entorno que les rodea.

Está claro que alguien que se lo trabaje puede salir de su entorno y superar todas las limitaciones que le vinieran impuestas hasta desarrollarse sin ataduras.
Pero si te crías, por ejemplo, en un entorno de personas sin demasiada formación y/o que no la valoran lo suficiente,  sin apenas intereses culturales, musicales, artísticos; en definitiva sin todo ese tipo de estímulos, ¿no crees que no es nada fácil descubrirlo por ti mismo?
No solo me refiero a unos padres, me refiero a padres, tíos, abuelos, vecinos, amigos, colegio, profesores, etc.

Foto de larou estraida de flikr. licencia creativecommons
Piensa en Rafa Nadal y en un entorno de deporte y apoyo.
Piensa en la residencia de estudiantes y en Dalí, Picasso, Lorca...
Piensa, si quieres, en Lola Flores y en Antonio, Lolita, Rosario...
Piensa en una niña cuyo padre sea escritor y cuya madre violinista.
Y ahora piensa en un niño cuyo padre es peón y su madre limpiadora, que se conformen con ir tirando, piensa que en su cole sus compañeros son cómo él, sus profes no le motiven, y piensa en sus verdaderas posibilidades.
Claro que puede ser un buen pianista, pero si a los 14 años está poniendo vinos, mientras otros están en 3º de piano, o pensando en la universidad, o pilotando motocicletas, o soñando...

No sé.
Será que tengo mal día.
Pero estoy convencido de que el entorno lo es casi todo.


Foto de larou extraida de flikr. licencia creativecommons

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Qué bonitos son los perros

Qué bonitos los perros, y qué graciosos.
Foto robertokirko  CC
Mira como corren y como miran.
Mira también como se sientan y con qué gracia parece que te entienden.

Mira ahora a ese tipo de dueño que solo piensa en su comodidad y se compra un ser vivo para poder presumir de la “marca” de su mejor amigo y de lo pura que es su raza.
Mira, de paso, como se ha comprado un enorme animal al que va a castigar a que viva en un pequeño piso o apartamento, condenándole con ello a tener problemas en sus patas.
Mira, incluso, que los hay que en pequeños espacios meten 2, 3, 4 o más animalitos que vivirán como condenados en una celda de inmundicia humana.
Mira, si te apetece, la cara de los vecinos cuando el dueño sale de su domiciio sin su “mejor amigo” dejándole durante horas solo en casa, triste, llorando y ladrando.
Mira a varios amigos de los perros juntos en ese rincón de tu ciudad, observando como sus canes de marca lo orinan todo alrededor, inundan el ambiente con sus ladridos, mientras ellos compiten en las conversaciones sobre los purísimos genes del amigo que compraron.
Mira como, además, los llevan sueltos, incluso a aquellos que da verdadero pánico solo mirarlos de lejos.
Mira de qué manera es cierto eso de que el dueño se parece a su mascota; el agresivo lleva ese que estás pensando, la cursi ese otro, el sopazas se compró ese que..., ¡ah! y ese debe ser muy nervioso por que tiene un...
Mira como todos los que poseen un perro, perrito o perrote siempre dicen lo mismo cuando se les pregunta, ¿yo? de mi perro siempre recojo las caquitas. Pero siempre hay zonas llenas de minas anti persona; igual no son de los perros y nos tenemos que preocupar.
Mira, porque es mejor que no huelas, como hiede en muchas de las casas de estos elementos dignos de estudio. No se dan cuenta de que un animal segrega secreciones, valga la redundancia.
Mira como hay algunos amantes de los perros que si tienen visitas, sacan al amigo inseparable al balcón, sin ningún remordimiento.

Qué bonitos los perros, y qué graciosos.
Y que gusto disfrutar de un animal bien acostumbrado, feliz, que vive en un sitio adecuado y con espacios, al que no se le pregunta por su marca o sus genes, que solo ladra de felicidad cuando juega, que no se ha pagado nada para disfrutar de  su compañía.

Qué bonitos los perros, y qué vergüenza compartir género con algunos de sus dueños.

Foto licencia: creativecommons

martes, 9 de noviembre de 2010

Qué esperamos del arte

Hace poco que alguien lanzó a un grupo de personas entre las que me encontraba la siguiente pregunta: ¿Qué esperamos del arte? Ahora voy a tratar de contestarla.
Lo que yo busco en el arte es encontrar ese “algo” que me ayude a ser consciente de que no todo es mediocre, que ha habido, hay, y habrá personas que siempre se empeñaron y se empeñarán en hacer bien algunas cosas no relacionadas con el pragmatismo puro y duro.

Busco, también, un refugio que me aísle de muchos de los comentarios vacíos y banales de aquellos que, sin pregunta previa, te dan su opinión acerca de lo que es arte y lo que no lo es, y de como “Eso lo pinta mi niña pequeña”.


Durante los instantes en los que estoy mirando una obra de arte por primera vez, solo quiero junto a mí a alguien que sepa cuando callar y cuando comentar con interés, gusto y pasión. Y si estoy volviendo a mirar una obra ya conocida, pues lo mismo.

"Guernica" de Pablo Picasso.   CC
Nunca en la vida olvidaré la primera vez que vi, observé, analicé, disfruté y sufrí la obra de Picasso, “Guernica”. Me conmovió desde lo más profundo; las dimensiones, el trazo, el color, el dibujo, pero sobre todo el espíritu del creador. Me encontraba rodeado de personas que miraban el enorme lienzo, incluso estaba acompañado por esa persona que sabe hablar y callar ante semejante obra, pero estuve solo, completamente solo durante casi 10 minutos emocionándome ante tamaño espectáculo.


Mirar una obra de Leonardo, de Velazquez, de Gregorio Fernández, de Goya, de Van Gogh, de Lautrec, de Picasso, de Giacometti, de Dalí, de Beuys, de Mapplethorpe, o de tantos que logran conmovernos con sus trabajos, es una experiencia que nada ni nadie puede igualar; si acaso resulta algo parecido a lo que ocurre con la música, con la buena música, con esa que cada uno disfrutamos especialmente, y sin la cual no nos imaginamos el mundo.


¿Que qué es lo que esperamos del arte? Que nos conmueva, que nos ayude a evadirnos por unos segundos o minutos, que nos muestre un camino hacia la excelencia, que nos haga más felices. Por que la obra de arte no es del millonario o del museo que la han comprado, es de todo aquel que la puede observar.


Creative Commons LicenseReutilización de la foto
Creative Commons.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Comercio tradicional, ¿comercio bueno?

A menudo se oyen los recurrentes lamentos de ese sector denominado como comercio tradicional, y que normalmente pretenden alcanzar logros como que no se abran otros comercios, grandes superficies, etc.
La mayoría de estos adalides de no cambiar “lo de siempre”, culpan de todos sus males a la aparición de las grandes superficies que les roban clientes de manera desleal. Lo que no se paran a pensar es en todas esas cosas que a muchos de nosotros nos hacen no pisar un pequeño comercio ni como última opción. A saber, horarios incompatibles con la vida real, precios algo (o mucho) más elevados, malos gestos si optas por pagar con tarjeta, incluso algunos añaden limitaciones para ese respecto, o sobreprecios camuflados de “si me lo pagas en metálico te rebajo un tanto”, trato típico del que no te deja ni respirar nada más poner un pie dentro, y que te mira de medio lado como se te ocurra marcharte sin adquirir nada, excesivo amor al dinero, ya que como se te ocurra comprar algo y te arrepientas, o funcione mal, no van a soltar el “parné” por nada del mundo, se inventarán mil escusas para tratar de culparte a tí, harán lo posible por evitar reconocer responsabilidad alguna, y en el mejor de los casos te extenderán un vale que, incluso puede tener fecha de caducidad.
Sin olvidar que en muchos (no en todos) de este tipo de negocios se les han olvidado importantes premisas como sonreir, ser atentos y educados, tener limpios los establecimientos, debidamente iluminados y aclimatados; o incluso esa de renovarse, reinventarse o morir.
Hay mucho malo, mucho que sobra, mucho que se agarra a un antiguo nicho de negocio y que no está dispuesto a invertir nada más desde que lo hizo para la apertura, y que se merecen que les vaya mal.

La red está plagada de ejemplos de los usos y costumbres del pequeño comercio como esta publicada en el blog salmón, o esta que va en otro sentido en el blog de Loretahur. Pero no nos confundamos, no estoy diciendo que las grandes supeficies sean maravillosas, no soy imbécil.

Si tienes, por ejemplo, una tienda de muebles, y viene una empresa que ofrece un mejor producto, a mejor precio, con más variedad, con mejor servicio pos venta, con posibilidades de pago y financiación más accesibles y actualizadas, usando nuevos canales de comunicación, con campañas pensadas para agradar a los clientes; puedes hacer tres cosas:
1.- Resistirte al cambio al que te está obligando el propio mercado y acabar muriendo por asfixia.
2.- Si estás ya muy cansado de lo que haces y sabes lo que te espera con el nuevo panorama que se te presenta, puedes cerrar ya.
3.- Pero también puedes tratar de buscar una nueva idea que, incluso, puede venir de los huecos que deje ese nuevo negocio y que puedas cubrir; o hasta puedes encontrar un nuevo nicho donde ni te imaginabas que podía haberlo.

Da gusto visitar y ser cliente de esos negocios pequeños que han sabido asumir el paso del tiempo, el cambio de tendencias y de ritmos, o de esos otros que aparecen con nuevas propuestas al descubrir una idea que puede tener sus seguidores.
Mientras tanto seguiremos comprobando como esos dinosauiros antipáticos, tacaños, rancios, e inmovilistas van muriendo, eso si, tratando de impedir el éxito de quien se lo trabaja.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Día de nada

Estoy harto de tanto día de "algo”.
Partiendo del día de todos los santos (o  mejor dicho, de los muertos), que es una verdadera competición de horteras por demostrar quien llora mejor a sus seres perdidos (queridos o no), y de los cuales no se suelen acordar el resto del año.
Algunas personas preferimos añorar a nuestros desaparecidos siempre que nos viene en gana hacerlo, sin rendir cuentas a borregos episcopales y sin haber pasado por la correspondiente taquilla del florista, marmolista, o incluso últimamente por la plaga de comercios de productos de origen chino, que terminan de rematar el buen gusto, inundándolo todo de aberrantes reproducciones sintéticas de los ya de por si horteras adornos florales. ¡Que verguenza!

En el mes de febrero estaremos castigados a pasar por el día de san Valentín, y la verdad es que resulta muy triste que alguien necesite que el Corte Inglés le recuerde que tiene que querer a su pareja, que le indique lo que tiene que comprarle para demostrarlo, y el color y la forma del estúpido empaquetado de regalo.¡Me niego!

Con la primavera a la vista llegará el día del padre, y de nuevo vendrán a tratar de obligarnos a adquirir esa serie de productos arquetípicos diseñados para engrosar las arcas de tiendas y grandes superficies ávidas por aborregar a propios y extraños con sus estupidizantes campañas publicitarias. Una vez más  no necesito que, ni  el Corte Inglés, ni Carrefour, ni el corbatero de turno, me digan que tengo que querer hoy a mi padre o acordarme de él. De nuevo, me niego.
Y por si fuera poco, la primavera estará a punto de llegar al Corte Inglés, y con ella nos esperará lo del día de la madre, que es un calco de la estupidez masculina previa, con la única salvedad de cambiar corbatas por pañuelos, o el “pour homme” por el “pour femme”; ¡ah! y se aceptan flores como animal de compañía.

Pero lo peor es lo que se produce a primeros de cada mes de febrero. La estupidez hecha tradición ocupa pueblos y ciudades a lo largo y ancho de la geografía española. Se trata del infame día de las "Águedas", algo que roza el esperpento.
Se supone que ese día gobiernan simbólicamente las mujeres. Además muchas lo celebran,  y eso que es lo más machista y retrogrado del mundo. ¿Has visto la ridícula pantomima de ceder el bastón de mando de una alcaldía a una "mujer" que suele ir vestida de jotera, defendiendo dicho vestuario como algo tradicional y autóctono?  
Ese tipo de mujer es el que es anacrónico y que hay que extinguir, ya que la propia mujer debe estar por encima de esa utilización demagógica que la denigra como ser humano. ¿Qué ocurre, por ejemplo en los ayuntamientos en los que ya rige una mujer? ¿Le cederán el bastón a otro ser al que consideren menor, como hacen en los citados?
Siento vergüenza ajena cuando contemplo el espectáculo que se repite cada año, viendo a algunas mujeres que, a modo de mascotas domadas, saltan y giran a las órdenes de sus criadores machos. Sé que la mayoría son mucho más inteligentes y sensibles que las que participan en este absurdo ceremonial.

Hace muchos años que ya no celebro ninguno de estos ridículos días, algunos no los he festejado en mi vida, y te aseguro que no lo echo de menos y que soy muy muy feliz.
Es importante que los que te rodean no sean uno de esos seres superficiales e insulsos que se creen todo lo que dicen en la “tele”.

No regales rosas por san Valentín, hazlo, si quieres, cualquier otro día, porque sí.
No regales corbatas en el día del padre, vete a tomar algo con él siempre que te apetezca.
No regales flores en el día de la madre, llévale una bonita planta y un libro, si le gustan, otro día.
Recuerda a tus muertos sin competir con horteras y sin rendir cuentas a nadie.
Y sobre todo:
¡NO SEAMOS TAN ESTÚPIDOS!